Del
mismo modo se nos habla de arsenales decomisados a los narcotraficantes, pero
del informe presidencial se deriva que en ese periodo se detuvieron 55269 armas
largas, o sea que 40,711 de estos delincuentes no tenían armas de este tipo, se
trata de compensar esta falta con armas cortas y granadas y desde luego
mencionando siempre aumentos en porcentaje.
CORRUPCIÓN.
Considero
que esta es una de las peores lacras con las que nos enfrentamos, pero qué
podemos esperar con que en la mayoría de los millones de anuncios del gobierno
federal aparece una linea y en los radiales se escucha la frase “Este programa
es público, ajeno a cualquier partido político. Queda prohibido el uso para
fines diferentes a los establecidos en el programa.” Digame usted si este apotegma,
que es por ley, no implica una declaración palmaria de corrupción, me imagino
que cualquier comerciante tendría que poner en un lugar visible de su
establecimiento un letrero que dijera “ Los artículos que se exhiben en este establecimiento son para que usted los compre,
queda prohibido que usted se los lleve de forma diversa de la que estableció el
propietario”, aquí se rompen todos los principios de la lógica, además es
evidente que el partido en el poder, que es el que paga está usando la publicación;
los cuales publicitan cuestiones que de ser ciertas no requieren publicidad, si
mi calle está bien pavimentada no necesito que paguen publicidad diciéndomelo.
En
todos los niveles de gobierno se hace un gasto exagerado en publicidad que en
la mayoría de ocasiones sólo pretende exhaltar la figura de quien cobra como
jefe a ese nivel. Esto se agudiza particularmente durante los periodos de
informes, los partidos desde luego que los utilizan, recuerdo uno de un partido
que promovía que el tlatoani había construido un tren.
Es
tal el éxito publicitario de los informes que se ha puesto de moda que
funcionarios que no tienen la obligación legal de hacerlo, tales como
diputados, senadores, directores y demás fauna política, lo hacen, claro que
para publicitarse, con la fuerte sospecha que se financian en buena parte con
fondos públicos.
Con
el argumento anterior argumentaré el porqué no estoy de acuerdo con la
reelección de legisladores. Muy alimentado por la bienpensantía del país.
Independientemente de las razones históricas para que no haya reelección
continua en México (porque reelección ya hay, si no, vea usted la cantidad de
personas que han ocupado repetidamente puestos de diputados), a mi juicio esto
es inadmisible en México, como sería impensable en Alemania hubiera un partido
nazi.
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