Más
de seiscientas reformas constitucionales desde 1917 nos hacen compararla con
las veintisiete reformas de los norteamericanos en 220 años y llegar a
sospechar que hay muchas cosas que nos diferencian ¿ pero tantas?. No conozco
ninguna constitución que cambie tanto y la misma variedad conlleva que se
tengan que modificar las leyes que dependen de ella, cambios que siempre quedan
mochos y si a eso agregamos que periodistas y sociedad civil presionan a los
diputados con nuevas leyes, estos han producido una demencial catarata de
iniciativas, esta legislatura tan solo ha presentado tres mil iniciativas, por
fortuna nada más han aprobado doscientas, que reunidas a las ya vigentes
tenemos que cumplir usted y yo; eso sin contar innumerables leyes estatales y
municipales
Han
aprobado derechos como el derecho a la salud, que publicitan como logrado, lo
cual es falso porque si así fuera no pagaríamos con el presupuesto altísimas
cantidades por seguros médicos privados para diputados y para la casa
presidencial, derecho a la vivienda, de igualdad de oportunidades y de no ser
discriminado, derecho a un medio ambiente sano y otros muchos que me hacen
pensar que no tardaran en reconocer el derecho de ser guapo, que puede ser tan
hipotético como esos otros derechos pero de cierto se va a ver hermoso “Todos los
mexicanos tienen el derecho de ser guapos”
El
efecto de las leyes no modifica las costumbres y se les olvida que debe ser
posible de cumplir, me causa temor cada que algún padre conscripto viaja al
extranjero y regresa trémulo de emoción proponiendo una nueva ley sin tomar en
cuenta si es necesaria o si mejora el entorno social, las leyes deben regir
para mejorar cuando sea necesario las
relaciones entre los ciudadanos, no para alcanzar ideales programáticos y partidistas,
como ejemplo y ante la presión de grupos que promovían las uniones entre
personas del mismo sexo hace años lograron en el DF un avance – que no fue ni
siquiera de su gusto- y se dictó una ley de sociedades de convivencia que
estuvo vigente varios años y en ese tiempo se registraron aproximadamente
trescientas sociedades de este tipo, que estarán de acuerdo conmigo que en un
universo de veinte millones de habitantes de la capital no era ni siquiera una
ley necesaria, siguieron promoviendo su interés y lograron aprobar el
matrimonio entre personas del mismo sexo, no he checado el número de estos pero
estimo no serán muchos más que las sociedades.
El
código de Hamurabi de alrededor de 1760
A.C. y otros más antiguos como el códice Ut-Nammu decretado por el Rey de Ur
cerca de 2050 A.C establecían penas en relación con actos que aún son punibles
y los delitos a que se refieren no han dejado de practicarse, lo que evidencia
que difícilmente una ley modifica conductas y no es su número o frecuencia los que lo inhiben, las leyes en mi opinión deben
ser pocas y buenas.
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