lunes, 14 de marzo de 2011

TRIUNFOS EN AUSENCIA

Pues resulta que mi tío Tolito se ha vuelto como el Cid, que gana batallas después de muerto. La semana antepasada un gran número de personas (dos) me preguntaron acerca de la personalidad de mi singular pariente, como si el que esto escribe lo hubiera inventado, incluso me han dicho de sujetos parecidos, pero no, ya que mi tío era un tipo irrepetible. La verdad cuando empecé a narrar sus aventuras no alcanzaba a comprender la grandeza del sujeto, ha sido al través de estas narraciones donde la figura ha crecido, a pesar de que mi mamá se ha opuesto a que se publiciten las hazañas de este pariente.

Lo único que diré es que el día que Tolito nació, nacieron todas las flores y en la pila del bautismo cantaron los ruiseñores. Por la casa donde tuvo lugar el parto pasó toda la sociedad de Guadalajara. Debió estar muy feo Tolito porque los de la familia paterna decían que se parecía a la familia materna y viceversa; el tío Jorge, hermano de su madre, concluyó diciendo “tiene la misma cara de idiota que su padre”. La tía Soledad lo prestaba para niño Dios, -pretendía rentarlo, pero nadie lo aceptaba rentado- una vez que logró prestarlo para un nacimiento viviente surgió un incidente imprevisto: el recién nacido realizó una necesidad fisiológica, la multitud estaba expectante cuando se oyó la voz de un pastor que decía: “ese etéreo hedor, que sale del cuerpo sagrado, se me hace que se ha cagado este divino señor”, a lo cual otro pastor contestó “no le muevas porque es pior”. Con eso terminaron las actividades histriónicas de mi tío Tolito durante su primera infancia, pero no la insistencia de la tía que afirmaba que el día que María Conesa “ la gatita blanca” llegó a Guadalajara y a su llegada vio al niño ésta exclamó “Este niño vivirá para gloria de las tablas”, lo que la tía interpretó como un futuro en los escenarios, y el resto de personas como que Tolito sería carpintero.

Pero lo curioso del caso es que cuando vivió ni quien lo pelara; así como los presidentes tienen hermanos incómodos, Tolito fue para muchos un pariente incómodo, aunque otros lo querían entrañablemente. Lo acusaban de que en su primera infancia había sido un gordito robalonches, el clásico alumno gordo que se traga el lonche de los alumnos más silenciosos y de los que se dejaban; un connotado ingeniero - que me ha pedido omitir su nombre - contemporáneo de Tolito en la primaria, aunque mayor que él, lo recuerda claramente.

He de acotar que antes la gente era menos pretenciosa que ahora, en estos tiempos los jóvenes van a comprar a alto precio pantalones rotos del fundillo, antes nosotros mismos los rompíamos con el uso, en las familias numerosas se pasaba la ropa que no se acababan los grandes a los hermanos menores o a los primos. Tolito era el doceavo hijo y el más chico de su generación de primos, por tanto a nuestro héroe le correspondía usar, después de usado por sus cuatro primos y sus siete hermanos varones, el uniforme del colegio. El saco era tres tallas más chico que Tolito y la manga le quedaba tres cuartos; a la ropa tan usada se agregaban los regaños de la tía: “Ay Tolito, no tienes remedio, saliste muy hacha para la ropa, te acabas toda la que usaron tus primos y hermanos”. Durante años el tío Tolito tuvo el trauma de pensar que era terriblemente gastalón de ropa, por que a él era al que se le acababa lo que había servido a tanta gente.

Lo mismo le sucedió cuando ingresó a los lobatos – scout nunca fue por carencia de uniforme- la ropa le quedó chica y en lugar de pantalones cortos parecían hot pants. En cuanto las tablas gimnásticas terminaban e iniciaban los calentamientos para el atletismo, tronaban los pantalones, que rechazaban retener tanta carne, de manera que al final de las excursiones llegaba el pobre de Tolito como si vistiera de pura pedacera; una vez le prestaron un traje de scout marino -que era de marinerito- y también le quedaba chico, yo he llegado a creer que ese ajuar fue visto por Chabelo quien lo inmortalizó.

Era un hombre que estaba por encima del dinero, lo mismo le daba darle un cheque posfechado para diez años a su casero que pedir un préstamo en un banco, a sabiendas de que no se lo concederían. Imagínese que un día se puso furioso por que en “su banco” no le pagaron un cheque de ese mismo banco y la razón que dieron, no lo va usted a creer, fue que no tenía ni saldo ni cuenta, la verdad que se pasaron de delicados, pinches banqueros por eso nadie los quiere.

Eso sí, mi tío tolito era hombre hombre, nada de que la vieja lo mandaba. La tía Remedios, mujer de antes, como ya la he descrito anchiculona, bigote tupido y ceño fruncido, dedicaba sus afanes al cuidado de las tres primas y del jefe de la casa; y ahí no había discusión, las palabras de mi tío eran rigurosamente obedecidas por doña Remedios. Qué diferencia, ya no hay mujeres como ésas, si hubiera retobado, mi tío le hubiera dado un trompadón de aquellos. Sin embargo, recuerdo la vez que la tía Meme desobedeció, eso pa que vean que hasta las más obedientes son obstinadas. Estaba de visita en casa de su comadre Malena, cuando al anochecer, ésta le recordó: oye Meme, yo estoy encantada de que me hayas regalado la tarde, pero ya anocheció y ya vez cómo se enoja Tolito si llegas tarde a servirle su cuba y la botanita nocturna. A lo que la tía contestó: no importa, ya hice mi balance, si me regaña, no me hace fuerza; si me pega, pior para él; y si me larga en ésas me viera. Y ese día fue el primero en que Tolito aguantó y aprendió a hacer su cuba y a servirse los cacahuates

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