jueves, 20 de septiembre de 2012

Panta no tiene amigos


Cuentan que estos hechos sucedieron hace tiempo en la risueña población sureña de Sayula, en la antigua provincia de Ávalos y desde luego no sé si este relato fue cierto, pero me gustó para compartirla con ustedes en nuestra charla dominical.

Como siempre en nuestra querida Patria era temporada de elecciones y entre los problemas más sentidos que tenía un sector de la población donde habitaba el alma de Perico Zurres —más conocido como el ánima de Sayula—, era el de los aficionados a las bebidas espirituosas, la farra y el desorden; que ya sabemos suelen ser fustigados por las autoridades y por su brazo armado, que son los genízaros que forman los cuerpos de policía, de tal manera que en cuanto percibían a un borrachín de pocos recursos, —porque a los ebrios adinerados ni siquiera les llamaba la atención, pero no agarraran a un fregado—, con modos inhumanos lo arrestaban y los llevaban a chirona, ignorando los derechos humanos más fundamentales. Sacaban a los detenidos, que traían unas crudas pavorosas a barrer las calles; lo que era causa suficiente para que el colectivo de referencia estuviera más que enojado.

Entre los agraviados resaltaba un sujeto llamado Pantaleón, que hay que decirlo tenía carácter de prisionero premier, por la cantidad de noches acumuladas en chirona; él fue el elegido por el sector para ser el candidato a convertirse en presidente municipal de esa antigua población, sin muchas ceremonias fue electo candidato por unanimidad de sus seguidores, yo creo que podríamos considerar éste como un antecedente histórico de las candidaturas “ciudadanas” — como si los candidatos de los partidos no lo fueran— hubo un verdadero movimiento popular, los desposeídos organizaron una verdadera cruzada a favor de Panta —así le decían—. Una campaña en que las promesas no podían faltar, ¿cómo decirlo?, no puede haber una campaña que se precie de serlo sin promesas, y la de Panta prometió hasta el perdón de las deudas y anular los matrimonios, pero la principal promesa de campaña de Pantaleón fue que si el pueblo lo llevaba a ser el primer edil de ese municipio, no volvería a darse ningún arresto de ningún ciudadano por borracho que este fuera, y esa promesa fue la que alcanzó mayor éxito, y así cuando el día de la elección llegó hubo una verdadera movilización de ciudadanos y una muy copiosa votación, y el pueblo triunfó. Después de pleitos, declaraciones y apelaciones, la autoridad declaró, con la fuerza moral que tienen nuestras instituciones electorales, que el nuevo presidente municipal de Sayula era nada más ni nada menos que Pantaleón, por lo que todo el pueblo confiado como siempre en que los candidatos cumplen con sus promesas pensó que terminaría la persecución de los borrachos.

Llegó el día de la toma de posesión —con ciertos aires de coronación— y desde luego, como en todo festejo que se precie corrió el alcohol con entusiasmo y por supuesto, éste causó efectos; y saliendo de jurar el cargo se encontró a un promotor alcoholizado hasta las chanclas que era llevado preso por unos agentes de la ley. Al ver a Panta, sintió alivio y le dijo para salvarse: ‘Panta, yo soy tu amigo’, a lo que él aludido contestó: ‘Panta no tiene amigos’. (Nada que ver con EPN)

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