lunes, 4 de julio de 2011

COMPLICACIONES VITALES 1 DE 2

Resulta que con las nuevas tecnologías la vida se ha complicado mucho, de tal manera que casi prefiero las viejas, tecnologías desde luego; pues resulta que ocupé, en el sentido más tapatío de la palabra, unas fotografías. Al efecto me dirigí al dos de copas, que así se llamaba la plaza de la Liberación, donde tradicionalmente hay fotógrafos, pues me habían pedido seis fotografías tamaño infantil y seis tamaño credencial en blanco y negro. Este fue el principio de la disputa ya que con profundo desdén me dijo ¿blanco y negro? Mientras yo creo que pensaba que habiendo fotos a color era una verdadera naquez sacarlas de otra forma y además en un tono muy despectivo, me dijo: usted no cabe ni queriendo en el tamaño infantil.

Durante la sesión tuve que fingir que estaba sentado en un banco – que el operario no tenia- por lo que en realidad estaba en cuclillas. Mire aquí me indicó el artesano, señalando a la cámara, abra los ojos y no arrugue la frente; así estuvimos media hora hasta que lo convencí de que si abría los ojos tendría que arrugar la frente y si no la arrugaba no podría abrir mucho los ojos. En realidad no es que sea de ojos chicos sino que soy cachetón y por tanto parece que no los abro.

Cuando ya estaba por tomar la foto, el tipo exclamó extrañado: no se le vé una oreja, lo que ciertamente es extraño tomando en cuenta que tengo dos orejas, una de cada lado de la cara y el hecho de que en una foto de frente no se vea una oreja es cuando menos una excentricidad aunque por otro lado no importa que en una foto no se vea una oreja. Después de pagar esperaba mis fotos, y el sujeto se me quedó viendo con cara de qué espera, le contesté aquí espero mis fotos a lo que el maestro me dijo: si quiere de esas fotos vaya a la farmacia, yo soy un artista y no prostituyo mi arte, vengase dentro de tres días a ver las pruebas. Tuve que reconocer que artistas como éste y las jineteras son de los oficios más amenazados por el amateurismo.

Las malditas fotos me eran indispensables para esa misma mañana por lo que tuve que lanzarme a una farmacia, donde hay que decirlo en las de esta ciudad en estas además de vender medicinas y comestibles toman fotos, si bien no salen tan bien como las de un fotógrafo profesional, pero a fin de cuentas van a ser para una credencial y da exactamente lo mismo si salen bien o mal.

Total para la siguiente voy a escoger uno de esos fotógrafos profesionales que lo transforman a uno, porque estoy seguro que en esas fotos que me saque voy a salir gordo y eso si me da coraje, porque me choca lucir el epiplón en reposo, un buen fotógrafo es aquel que hace que brille la personalidad de uno.

1 comentario:

  1. Crónica urbana de excelencia, admirado Carlos. Sonreí y recordé la Guadalajara que evocaste. También recordé el poema de Ricardo Castillo "El poeta del jardín" del libro "El pobrecito señor X". Si no lo tienes te lo envío.

    Un gusto leerte.

    ResponderEliminar