lunes, 5 de septiembre de 2011

¿Acaso mañana diremos Chivas-Chapala? (1 de 4)

La semana pasada un conjunto de diputados decidieron formar un grupo de presión social para salvar nuestro mar chapálico. Un grupo de personas que dijeron ser expertos en cuestiones lacustres y que pidieron no ser identificados por temor a represalias, consideran que esta es la peor amenaza que se ha detectado contra el agonizante lago; para que mi solitario lector se dé cuenta de la gravedad del programa (algunos se han atrevido a llamarlo complot) esta acción equivaldría a una sequía total de doce años. Varios grupos ecologistas amenazan con quemarse como bonzos -lo que no impresionó a los diputados, que no saben qué es un bonzo-; por fortuna grupos más moderados creen que la amenaza no es tan grave, ya que se trata de una comisión de diputados y éstos estarán más preocupados con el problema de la próxima elección. Conste que lo avisamos. Lo malo es que a pesar de mi preocupación, no tengo ninguna solución que dar, por lo que estoy como los diputados o peor.
Aunque por fortuna no todos somos tan tapados y hay gente muy viva, de entre ellos el licenciado Hernández, que según me manifiesta es chiva cien por ciento, y propone lo siguiente: es un hecho que el club Guadalajara –dijo- pasará a manos del magnate don Jorge Vergara, hombre de mucho dinero y acostumbrado a mandar, y una vez que suceda recuerde usted que las Chivas tendrán un estadio para entrenamiento y otro para ochenta mil espectadores contantes y sonantes (que a mí se me hace chico, tomando en cuenta que va a haber dos millones de socios, pero allá él); por juego se consumirán doce toneladas de las mejores guasanas del mundo y dieciséis toneladas de los mejores cueritos del mundo. Por otra parte, resulta que, según el proyecto de mi lector, el club Guadalajara contará con dos millones de bañistas (recuerde usted que muchos sugirieron que el interés por el club Guadalajara había sido por los hongos que había en los baños) y suponiendo que la membresía sea individual, considero que la única alberca con esa capacidad sería Chapala, de ese modo, mi lector propone que privaticen el lago, se lo vendan a don Jorge, quien puede construir ahí el club Oriente (espero que Chapala quede al oriente de algún sitio). Hay quien tiene sus dudas por la cuestión de que el agua está escasa, pero considero que ese es un problema menor para el señor Vergara, que fácilmente puede comprar un iceberg y traerlo volando para que se llene la laguna, eso sí, los políticos tienen que dejar las manos fuera; alguien dirá que Chapala queda lejos, pero no han contado con el VTV (Velocísimo Tren Vergara) que si usted está parado en 16 de Septiembre y Juárez, tardará doce minutos en que ya esté vestido en traje de baño, chapoteando en el agua (por razones de higiene se prohibirá la entrada de guasanas y cueritos a la laguna). Casi puedo imaginar el Vergara Spa Health and Resort: un millón de habitaciones con precios razonables; ardo en deseos de que se abra la suscripción de acciones, cuentan con mis diez pesos de seguro. Yo estoy plenamente cierto de que será un éxito ese club.

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