lunes, 6 de diciembre de 2010

SUCESOS BICICLETEROS

Don Jauno Somuá al respecto de las ciclopistas dice que le parecen de lo mejor, nada más que lo hacen recordar el dicho ranchero de que “que se haga la voluntad de Dios en los bueyes de mi compadre”; es padrísimo según él tener ciclopistas, siempre y cuando no estén en tu calle. Puede que sea cierto, porque yo quisiera ver de todos lo que apoyan la ciclopistas cuántos viven en La Paz, suponiendo que lo que me dijeron de que no se ven ciclistas en la calle porque no hay ciclopistas sea cierto.

Ahora que, hay riesgos no calculados en esto del ciclismo, mi Tío Tolito es el clásico sujeto entusiasmado por los programas de gobierno, todavía no se quitaba la tierra que se le pegó al ir a sembrar árboles con el gober en turno, cuando ya estaba entusiasmado por el asunto de las bicis. Por tal razón se lanzó a la compra de una bici, desde luego, como siempre alguien opinó: una muchachita llamada Gabriela, raspada de las rodillas, seguro por estar jugando canicas, opinó que debía de comprar una Lite speed, que tenía la mejor calidad en el mercado al tiempo que era la más sexy, en tanto un Iron Man llamado Guillo, que andaba por ahí, sugería que comprara una Cannon dale, que a la elegancia de la propuesta anteriormente agregaba tenía más estabilidad en las rectas; y el modelo que compró fue la Quintana Roo de carreras, de 38 velocidades, 16 de las cuales reforzadas, 2 llantas, un cuadro y un manubrio, bueno para que se dé cuenta usted de la clase de máquina que se compró, después de 25 km, la que suda es la bicicleta. El tío Tolito pidió le pusieran diablitos, por si se ligaba alguna chica (esto lo hizo recordando su juventud en la que gustaba de chicas ingenuas).

Pero tras todo, Tolito no hizo caso a la tía Meme, que sí tomó en cuenta los 150 kilos de ricura y sabrosura que trae cargando Tolito; otra cosa que no midió es que los asientos de esas bicicletas son como cuchillos con el filo pa arriba. De esta forma, en cuanto “se puso” la bicicleta, sintió una herida profunda en el siseñor la glándula pituitaria estuvo a punto de salírsele a la altura de la tercera intercostal; con las lágrimas en los ojos salió a la calle, donde no había ciclopista, y el llanto le impidió pasar la primera boya -que también las hay-. Se rompió la bicicleta con un estruendo tal que los del sismografo lo percibieron como de segundo grado en la escala de Richter; el sonido hizo que los vecinos salieran alarmados: “Pero Tolito -dijo un vecino- cómo es posible que pretendas andar en bicicleta en tacuche, hay trajes adecuados para ello.” Más dolorido que contento, estuvo de acuerdo y se lanzó a la compra de unas licras, las cuales le recomendaron fueran acolchonadas por aquello del asiento, que es lo que rige para los grandes ciclistas; el terno era en morado y negro, y por sus medidas, Tolito tuvo que comprarse 3 ajuares para hacer uno solo, con lo que lo acolchonado (que era morado) le quedó a los lados de las piernas como si tuviera celulitis y un tercero como protección al coxis con lo que parecía infante zurrado; para que usted se imagine, se parecía a un dinosaurio celulítico que aparece en la televisión y es muy del gusto de los niños, claro que esto no se lo podemos decir por temor a su ira.

La mejor opción fue comprar una bicicleta Búfalo de doble cuadro, que al contrario de la bicicleta catrina, en ésta de verla se empezaba a sudar, con lo cual el ejercicio era mucho mejor aunque no tan elegante. Saliendo de la tienda con su ajuar de mayones fue detenido por la policía y acusado de homosexualidad (quienes son de tan sufrido gremio saben lo que es represión) y de ultrajes al honor, no sé al de quién si no es al propio, ya que si bien era un traje peculiar, dado el volumen de quien lo portaba, era una cosa habitual; sin embargo hubo necesidad de que toda la familia se movilizara y el tío Félix usara sus influencias en la catorceava delegación para que soltaran al tío, que ya acusaba a esas horas el resultado de los golpes y del maltrato, además de la vergüenza de quedar catalogado en los anales de la policía.

Los de los programas policíacos matutinos se deleitaron filmando el ajuar y no faltó algún bromista que pensaba que era un huehuenche que rumbo a la Villa se había perdido. Después de convencerlos de que no era Gloria Trevi disfrazada ni mucho menos Mari Boquitas, aunque su físico deportivo lo hacía lucir un poco como una combinación de Pinochet con el cuerpo de Vitola, aquella incomparable comediante que se equivocó de época, porque en estos tiempos capaz de que hubiera sido hasta gorda.

El tío Tolito reposa sus dañadas carnes en la risueña población de Tapalpa donde por fortuna no se han descubierto las ciclopistas.

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