lunes, 5 de julio de 2010

MOTIVOS DE SALUD 1

Caído en las garras de la enfermedad, tuve necesidad de ocurrir ante un medico, a pesar de saber que en una tumba romana se señalaba que el difunto durante su vida había tenido relación con muchos médicos y por eso estaba ahí.
Ya antes había intentado como curas alternativas todo genero de baños, de asiento, termales, de fangoterapia fría y caliente, de chorros de agua, duchas heladas que me recordaron cuando en Autlán tomábamos en la madrugada baños de agua serenada, el asunto es verdaderamente exótico, me llevaron a un hotel Grand Spa & Resort donde me dijeron mi salud mejoraría con el sólo contacto con la naturaleza donde encontraría la simbiosis entre mi mente y espíritu, lo único grand del lugar fueron los precios,- tuve que vender mi vocho para pagar la estancia semanal- pero pensé valía la pena, todo por la salud, el sitio no tenia mas que techo, no tenia mas paredes que las del baño, cuya regadera estaba al aire libre, en la parte superior sobre la cama había un pabellón para los moscos, - por cierto que había unos moscos talibanes que al puro piquete te dejaban como espinilla de quinceañero - al llegar me dieron una especie de pijama blanca, quesque para atraer las buenas vibras, desde luego que la vestimenta no me quedó y tuvieron que improvisar con unas sabanas donde me hicieron una especie de pañal grande, como los que usaba Gandhi nada mas que a lo bestia y me mandaron a dormir – sin cenar desde luego – a las seis de la tarde.
Debo decir que como no había luz eléctrica, tele, ni libros, ni periódicos porque son un impedimento para lograr el nivel alfa, que es el ideal para llegar al karma absoluto, pues no pude dormirme antes de las doce de la noche en que me venció el cansancio, cuando estaba en lo mas profundo del sueño, me despertó un ruido espantoso como a las cinco de la mañana, después supe que eran unas como pipas gigantescas tocadas por unos tipos pelones vestidos de monjes budistas y un empleado llegó a decirme que tenia que salir descalzo para sentir la hierba fresca y a mirar el cielo estrellado, aunque las únicas estrellas que vi, fueron las que provoco un patadón que di a un escalón que me tuvo ladrando durante el festejo, de ahí nos llevaron a meternos a una cascada en la que el agua estaba como tejo de hielo y ya bañados, casi helados a secarnos a brincos, que según ellos era lo mas saludable, además de que resultaba lo mas anti ecológico el detergente que usaban para lavar las toallas y por eso no nos daban toallas.
Por ahí de la nueve de la mañana y renqueando notoriamente pregunté si no había algo de desayunar, a lo que el amable guru que me atendió, me informó que en el programa que me había inscrito se requería de un ayuno de setenta y dos horas que me permitiría deshacerme de los radicales libres que estropeaban mi organismo. No tengo idea de que son los radicales libres o en prisión, pero lo que si sé es que para mediodía, por mi mente no pasaba el karma y los que si pasaban eran unos lonches de Amparito y unos tacos de los Otates, o ya de perdis unas tortas ahogadas de Jimmy”s, fui a la administración y les dije que me rendía, que no me importaba perder el pago, pero me estaba muriendo de hambre, me recordaron que estábamos a medio desierto y que el helicóptero vendría hasta la siguiente semana.
A las ocho de la noche arremetí a golpes contra el maestro de yoga por ignorar mis peticiones, desde ese momento fui catalogado como energúmeno y me llevaron una batea de ensalada que contenía fríjol de soja, brócoli, berro y otras pasturas, sin un toque de civilización como pudiera ser un pedazo de steak y pan con aceite de oliva acompañados de ricos caldos de uva; llevaba media palangana comida cuando una ganas inmensas de mugir provocaron que dejara tan apetitosa comida, con lo que me llevaron a mi habitación en la que se suponía debía de estar desde las seis de la tarde.
Al siguiente amanecer otra vez con los sonidos de las pipas gigantes. Bajé casi a rastras y me indicaron que ya había empezado mi desintoxicación; pasé el baño de cascada, cuando estaba brincando para secarme, me indico el guru que me tocaba un masaje de relajación antes del desayuno ( cuando menos ya había avanzado en esto), vaya – pensé- al fin algo civilizado; entré al salón de masajes pensando que una bella masajista me atendería, en su lugar apareció una vieja chaparra con cara de comandante de policía de pueblo, quien sin la menor delicadeza se dedicó a enterrarme sus huesudos dedos y yo creo que sus rodillas, como yo no sé si sería su inauguración como masajista ni soy experto en masajes, por lo que no puedo opinar, lo cierto es que dure mes y medio con el brazo inmóvil, la rodilla como melón y los dedos del pie inflamados.
He sido víctima además de cuanta medicina se ha inventado además he tomado todos pero todos los jugos y chutamas recomendadas o conocidas, he asistido a sesiones espiritas y a lecturas de cartas.
Me preocupa mucho morirme, bueno, no mucho porque soy muy cuidadoso al cruzar las calles ya que los chóferes del transporte público son la principal causa de muerte en esta ciudad, yo creo que es algún programa ultrasecreto de los gobiernos neoliberales. Este año llevan, no sé qué tantos pasaportes al valle de Josafat por lo que este año ganaran de nuevo el premio del Consejo Nacional de Población por la operación mas exitosa para reducir el número de habitantes en este país y de no exponerse a ellos las posibilidades de fallecer disminuyen notablemente.
Sin embargo a mi salida del SPA debo reconocer que me dolía toda mi humanidad, pero mucho mas me dolía el orgullo, quedé como mi Tío tolito después de su pleito con la tía Meme – en este caso créanme que mi cara esposa no tuvo nada que ver con mi estado físico- con el mental si, porque como podrá imaginarse mi solitario lector, mi medía naranja soltó la risa al verme tan fregado, como en el spa no había agua caliente y no pude rasurarme en 5 días por lo que decidí recurrir a mi peluquero – que debo decir que como peluquero es muy buen chochero- fuera del detalle que que no sabe rasurar, esa fue la mala, la buena es que no saben la cantidad de chambas de santa claus que me ofrecieron. Y créanme que esto que digo lo digo en serio porque no me resulta para nada gracioso terminar con un doloroso esguince doble ancho además de pulmonía cuata.
Y eso que al escribir esto traté de ser discreto y no les conté de otras torturas que me parecieron francamente vergonzosas, ¿se acuerdan de la flaca masajista? pues después del tortuoso masaje con que me torturó, me puso una lavativa de café, según ella para limpiar mi organismo, la muy bruta ignoraba que por ese lado no tengo sentido del gusto. Con lo que me hubiera fascinado un cafecito por la vía adecuada, era tal el dolor que tuve que darme unos baños de asiento, que de por sí son deprimentes, aunque debo reconocer daban algo de alivio físico.

4 comentarios:

  1. Estoy en la sala de maestros de prestigiada Universidad de inspiración católica (La Univa, como no)y no he parado de reír con su crónica...Hasta parece que lo estuviera escuchando a usted en su oficina de síndico zapopano hace algún tiempo.
    Gracias por el buen momento, don Enrique

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  2. Perdón, como siempre suele pasarme....quise decir: Don Enrigue...

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  3. Don Carlos, de verdad que es una delicia leer sus crónicas...igual que es escucharlo, salvo que Pepe Toño me lo interrumpe, pero esa experiencia en el SPA es de antología...de verdad muy muy reconfortante ...gracias por compartirlo Connie Ochoa

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  4. De principio a fin, no paré de reirme, muchas gracias por sus anécdotas, y ansiosa por ver las demás.
    su alumna: Ana Rodriguez Yerena

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