jueves, 25 de noviembre de 2010

LA LEY DEL TRINQUE.

Tienen toda la razón las personas que afirman que no nada más en las entidades públicas hay corrupción, en las privadas no cantan mal las rancheras y hemos recogido algunos testimonios de ello.

Un amigo, propietario de un departamento en Manzanillo tuvo la mala idea de contratar un sistema de televisión llamado de cuyo nombre no quiero acordarme, que en su publicidad ofrece como slogan “el mundo es tuyo”, cuestión falsa pues no nada más no dan el mundo sino ni siquiera la programación prometida. Como él no vive ahí es natural que le corten el servicio, lo que hasta ahora había solucionado llamando a un teléfono donde le cargaban su adeudo y santas pascuas; pues este año no fue así, llegado el día 26 de diciembre, antes de desempacar llamó al teléfono indicado, que es el 01-800-849-8440, especial para el interior de la república (con seguridad que ellos están en el exterior), sin ningún resultado. Mi amigo es un poco obsesivo y después de múltiples llamadas decidió contarlas: el día 26 llamó 45 veces de forma infructuosa; el 27 comenzó a llamar desde las ocho de la mañana, haciéndolo cada cinco minutos, o sea, doce veces por hora sin que contestaran el teléfono. Desesperado, a las doce llamó al 3320878, correspondiente a las oficinas que dicha empresa tiene en el puerto, donde sencillamente le dijeron que ellos estaban nada más para instalar equipos – que digo yo que es donde el cerdo (léase cliente) deja la manteca. Al fin un buen samaritano le indicó que el nuevo teléfono era el 01-800-284-0000, lo que dio nuevos bríos a nuestro amigo que, fiel a su reciente costumbre siguió llamando cada cinco minutos, pero la cosa cambió poco, le contestó una grabadora que zalameramente lo invitó a pulsar el número 1 si se es suscriptor y 2 si no lo era, le manifestó que su saldo era cero pesos y que vencía el 24 de diciembre de 2001, que pulsara el 1 para saldo, el 2 para movimientos de cuenta, el 3 para estado de cuenta, el 4 para pago con tarjeta de crédito, el 6 para detalle y el 8 para ayuda, pulsó este último y esperó pacientemente 30 minutos tras lo que se cortó la comunicación.

Volvió a intentarlo varias veces sin resultado, usted, mi solitario lector, sabe lo que para un telemaníaco significan tres días sin tele. Todo el día 28 anduvo mi amigo con la mirada perdida, balbuceando incoherencias – lo que nadie tomó en cuenta por ser día de los inocentes-, después trato de hablar de nuevo y una empleada Magali sencillamente lo mandó a lucas; en vano intentó hablar a la Procuraduría del Consumidor o a Comunicaciones, le pedían tantos requisitos que era preferible renunciar a ver tele, dígame si no es un verdadero caso de ineficacia de empresas privadas, a las que denuncio por este medio, ya que estos casos no se darían si las autoridades cumplieran su obligación, en vez de ser alcahuetas de esas empresas dañinas para el país. Mi amigo regresó a Guadalajara el 29 donde funciona su tele, ya que afirma que fuera de la tele no hay vida.

Una situación similar se da con las tarjetas de crédito, la única manera de que le hagan caso es deberles y no pagarles, pero si usted cumple en sus pagos no intente hablar por teléfono, al 1-800 de su tarjeta le contestarán: “gracias por llamar a su tarjeta X, si desea hablar en español marque 1, si desea hacerlo en Inglés marque 2, si su elección es francés marque 3, si desea llamar en italiano marque 4, si desea hablar zimbawe marque 5, y si habla chuntaro marque 6”. En todos los casos marque antes su número de tarjeta seguido de su número de acceso (si usted no se sabe el número de acceso pues se friega); aunque hay otra opción hipotética que consiste en marcar el 0 para que le conteste uno de los representantes de su banco, una vez elegido el 0 una voz mecánica le contestará: “de momento nuestros representantes están ocupados” y a continuación sigue una musiquita como de consultorio de dentista y la misma voz aparece en cada intermedio diciendo lo mismo. Como sugerencia a los banqueros deberían poner en los intermedios música clásica, con lo que los mexicanos mejoraríamos nuestro acervo cultural y por qué no, como se tardan tanto sería una forma de crear generaciones de melómanos en nuestra patria (para los banqueros: melómano es quien gusta de la música).

Otras empresas dignas de tomarse en cuenta para nuestros efectos son Telmex y Iusacell. Si usted tiene la desgracia de tener que usar un celular sabrá el drama que significa: llamadas que se cortan y algún cargo injusto, como esos cargos de llamadas inexistentes no son muy caros, digamos 4 o 5 pesos, nadie reclamará y si alguien reclama pues le quitan el cargo injusto, aunque para eso el quejoso ya habrá gastado otro tanto en la reclamación, desde luego en llamar a la misma empresa y si multiplicamos el número de cargos no reclamados por el número de teléfonos celulares notará dónde está el negocio; y no trate de ir personalmente, una víctima de la publicidad que fue a contratar el “amigo telcel” tardó cuatro horas en hacerlo y además de las garantías de solvencia económica necesarias, tuvo que contestar un cuestionario, probablemente aprobado por la Procuraduría del Consumidor - que más o menos aprueba todo-, pero estoy seguro no resistiría el análisis de la Comisión de Derechos Humanos, pues según fuentes habitualmente mal informadas y bastante chismosas, el cuestionario de marras fue obtenido de las ruinas del palacio negro de la SS nazi.

Y qué decir de las gasolineras que venden litros fraccionados o hidrolizados gracias a su cercanía a mantos freáticos o simplemente a llaves de agua cuidadosamente colocadas; todo según el punto de vista: si es del propietario lo verá como tanque medio lleno de gasolina y los usuarios lo verán como un tanque medio lleno, pero de agua.

Lo anterior significa que la única ley invariable en México es la ley del trinque.

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