viernes, 5 de noviembre de 2010

WHAT DIFFERENCE DOES IT MAKE? por José Saucedo.

Eres el embajador de Lusitania. ¿O de Bratislava? ¿O del Alto Egipto? ¡Qué más da! What difference does it make? Eres uno de los distinguidos comensales de la gran gala que ofrecen sus majestades. Vistes botas de charol y chaquetín escarlata pletórico de medallas y condecoraciones. Bailas con la princesa y degustas los manjares que ofrecen una y otra vez criados de nigérrima librea. Bebes champaña transparente en copas de cristal de Bohemia. Y gozas, más que todo, del calorcillo narcotizante que te regala la gran chimenea que entibia el salón.

Afuera, donde tu no estás, reinan el frío y la oscuridad. El espejo cruel del río deja escapar ese vapor helado que cala hasta el alma. Algunos indigentes juntan sus cuerpos ateridos en busca, inútil, de calor. Se cubren con harapientos gabanes, con frazadas pestilentes desechadas una y otra vez. Esperan, con desesperada esperanza, una limosna de pan y una limosna de sol. Estiran, sin deseo ni propósito alguno, su miserable existencia en el inframundo de las ratas, de los hedores, de la promiscuidad, del alcohol, de la lucidez ida, del frío permanente y del olvido.

Te aferras al abrigo andrajoso, herencia de algún compañero ido, que apesta a vómito y a marginación. Bebes de la botella que atesora las últimas gotas del paupérrimo brebaje que toleran mendigos y pordioseros. Esperas, con ansia, las migajas que te avientan a las puertas de la patisserie en una mezcla de piedad y de apuro por que te alejes del aparador que ostenta las creaciones del día: tartas de boda con novios enamorados, merengues rebosantes de crema dulce, turrones espesos y prometedores, pasteles de fiesta infantil decorados con hadas, príncipes y embajadores de botas charoladas. Recoges, al fin, el amasijo formado por los recortes sobrantes de todo aquello y lo apuras con avidez en vano afán de calmar tu hambre y tu miseria. En el último trago se va la esperanza de encontrar un poco de paz, de calor, de alucinante ilusión. Champaña dorada o vino agrio. Qué más da.

Así vives un día y otro más. Y así, un día, no vives más. Antes de la aurora viene siempre lo peor. El frío es más frío. Tus huesos, mal soldados, duelen más. Tus brebajes narcotizantes no sedan ya.

Ves, al fin, esa luz totalizadora que reclama tu presencia. La luz más intensa, más blanca y más hermosa que hayas visto jamás. Tu padre, muerto hace tanto tiempo, se presenta para acompañarte en el trance. Tu vida desfila en un instante ante tus ojos exánimes. Infancia feliz, juventud primera de ilusiones y ambiciones. Amores niños, amores jóvenes.

Tu amor de verano. Ves de nuevo a Sarah, la gringuilla que te metió de lleno en los secretos del amor consumado; que te juró fidelidad inquebrantable, que te prometió esperar hasta siempre y repitió una y otra vez what difference does it make. Tu eres gringa y yo mexicano. What difference does it make? Tu vives en California y yo en México. What difference does it make? No tengo dinero. No he terminado mi carrera. No tenemos donde vivir. What difference does it make?

Desfila también tu juventud y madurez. Estudios brillantes y alcohol. Cargos envidiables y alcohol. Matrimonio inmejorable y alcohol. Familia modelo y alcohol. Éxitos, fiestas fortuna … y alcohol.

Frentazos y alcohol. Fracasos laborales, matrimonio roto, familia destrozada. Dificultades financieras, enredos, quiebra. Y alcohol.

Quieres huir, dejar todo atrás. Viajas para escapar. Bebes y bebes más. En el vino encuentras refugio y paz. Una paz falsa y traicionera, pero al fin paz. Llega el día en que no sabes más de ti. Te sabes en un país lejano y ajeno. Te embelezas ante la vitrina de la patisserie. ¡Qué felices son! El rey, la reina, príncipes, marqueses, almirantes, capitanes. Embajadores con botas de charol y chaquetín escarlata pletórico de medallas y condecoraciones. Tocas la vitrina con ansia. Es ahí donde debes estar. Ese es tu mundo, tu lugar. Perteneces a la nobleza, a la alegría, al regocijo. Al calor.

Te echan a patadas. No comprendes por qué no te dejan estar entre los tuyos. Eres uno de ellos. Eres ellos. Gritan palabras ininteligibles. Te aljas colérico sin saber hacia donde vas, por donde vas. Escuchas, tan sólo, el frenazo y el crujir de tus huesos rotos. Antes que llegue el auxilio un par de andrajosos te arrastran hacia sus cloacas. Envidian, por sobre todas tus pertenencias el lujoso abrigo de pelo de camello que conservas de tiempos idos y que te defiende del peor enemigo de la indigencia: el frío. Te despojan de él. Se apoderan de lo que sirve y destruyen lo que compromete e identifica. Te esconden y con esa fraternidad insita en los parias, hacen que mal solden tus huesos y te alimentan con desperdicios y alcohol.

Vuelven así y mejor que nunca, tus días de gloria. Entre humos y alucinaciones te conviertes en mariscal de campo, en embajador. Bailas con princesas y comes manjares. Bebes champaña, o alcohol de botica o vino agrio. Qué más da. Te cubres del frío con pieles y armiños. O con andrajos que arrebatas al cadáver de algún camarada que perdió la batalla final. What difference does it make?

En una última mirada ves tu cuerpo inerte. Las ratas rondan tus despojos atraídas por la pestilencia de los andrajos que se disputan los sobrevivientes y que desaparecen despavoridos ante la cercanía de los gendarmes. Encore un clochard qui est mort de froid, escuchas. Arriba, la luz blanquísima te llama a la paz eterna. Tu padre te espera rodeado de seres de luz. Hacia allá te diriges con paso firme y andar resuelto tal y como corresponde al embajador de Lusitania, ¿o de Bratislava? ¿o al miserable andrajoso que sucumbió ante el frío y el alcohol?

Y allá, junto a tu padre, aquella ilusión frustrada que te juró esperar hasta siempre, ufana de su convicción inmortal te responde certera: what difference does it make?

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