martes, 19 de octubre de 2010

LA TÍA CHOLE 2 DE 2

El primer día en casa de los primos, la tía se desayunó unos chicharrones en salsa verde, acompañados de chilaquiles, frijolitos y un birote de la central tamaño monumental, sopeado en chocolate y después la sacaron a tomar el sol. Resulta que ese día llegaron a comer a casa del primo unos amigos de postín, que llegaron desde la una de la tarde, entrándole nutridamente a la botana y con un fuerte copeo, degustándose varias botellas de tequila, situación que hizo que se olvidaran de la tía. Ya para las seis de la tarde, decidieron ir a la Plaza de los mariachis porque uno de los amigos quería oír “El ranchero afamado” o en su defecto “Fernando el francés”; salieron todos, olvidando a la tía, que para esas alturas ya estaba como turista alemana en la playa: tatemada; y para colmo de sus desgracias, cayó un tormentón de esos que se usan en Guadalajara, con los que de seguro se va la luz.

Al día siguiente que salieron a preparar el desayuno se encontraron con la tía, más muerta que un cadáver, con lo que se vieron en la penosa necesidad de comunicar el deceso a los demás parientes, que tampoco lo sintieron. A toda prisa fue velada y en esta fecha conmemoramos tan infausto suceso.

Pero no crea usted que en la familia todo son desgracias, estando velando a la tía Chole en casa de alguna tía, había muy poco vino para la cantidad de gorriones que llegaron, por lo que al tío Clemente se le ocurrió echar éter en la ponchera, de la cual bebieron con fruición todos los llorosos deudos. A las once de la noche, uno de los tíos apostaba con los concurrentes a que podía brincar el cajón a lo largo, y ante el borracherón que se avecinaba, las tías más ancianas decidieron subirse a dormir. Lo que pasó fue indescriptible: el tío Toto y su mujer fueron detenidos en la noche del día siguiente en una fiesta rave que se celebraba en Puerto Vallarta; veinte parientes terminaron en el bote por escándalo en la vía pública; el cajón con la tía se lo llevaron los del carretón de la basura; una tía monjita se lió a golpes con un chofer de trolebús; otro sujeto, este al parecer pariente del primo Jorge -porque yo no conocía-, se fugó con una jinetera de la delegación cubana que andaba aquí en una gira de promoción comercial; el primo Bola llegó a un elegante bar de la localidad, rallando un caballo que se había carranceado de una calandria y gritando “dénme un tequila y a mi caballo lo que pida”, me da pena contar cómo quedó el establecimiento y el caballo, ya que el piso era de mármol y el equino paró hasta que se estrelló con el estante de las botellas; para acabarla de fregar un mesero que traía mucho sueño, y que yo creo que probó el guachicol, se metió a la primera cama que vio, sin percatarse que ahí dormía la tía Clementina, cuyo grito al despertar se oyó hasta Teuchitlán.

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