jueves, 14 de octubre de 2010

PÓCIMAS MILAGROSAS 2 de 2

En cambio ahora, el día que se sienta usted mal – que puede no ser físico, porque a la mejor lo que tiene es cansancio de amar y monotonía de vivir-, pues ese día llame a su médico. Primero tendrá que pasar por un interrogatorio que le hará una telefonista, en dicha entrevista informará usted de su salud, pero no física, sino económica (cuentas de banco, hipotecas, parientes ricos, joyas, coches y demás propiedades); si usted cree estar cubierto por un seguro de gastos médicos y lo anuncia, tendrá usted una desilusión, ya que las compañías de marras les pagan a los médicos lo que éstas quieren, y como el que paga manda, pues los galenos se aguantan: el juego es parejo cuando hay desquite, ya caerán.

A partir de lo que reciba, el facultativo comenzará su calvario: tendrá que hacerse usted exámenes de sangre, orina y copro, que van desde la prueba del embarazo (sin importar si usted es varón) hasta la del Sida o el “antidoping”, pasando por todo el catalogo existente; ya para esas alturas usted llevará gastado como diez mil devaluados, Ahí pueden darse dos situaciones: una, que usted no tenga nada y lo manden a su casa, en cuyo caso el seguro no le pagará porque no fue hospitalizado. En el caso de que aparezca que tuvo algo más, el médico le pedirá nuevos y mas complejos análisis para hospitalizarlo, en ese caso ruegue a Dios que su médico no sea cirujano, porque si lo es pasará por sus armas irremisiblemente; el hecho es que cirujano o no, a los ocho días estará usted como computadora de la cantidad de cables y tubitos a los que estará conectado, y de ahí se morirá, si se tiene que morir, y vivirá, si no le tocaba, pues ciertamente los médicos no son indispensables para que uno se muera, aunque algunos si ayudan.

Si usted no quiere o no puede pagar dicha sumas, existen también los medios alternativos, de entre ellos, los chocheros son los más populares: los médicos homeópatas son notoriamente más baratos, aunque en efectividad no se como anden comparados con sus colegas antes mencionados. Tengo un muy buen amigo chochero que yo creo que está cultivándome para que pase al valle de Josafat y se niega a darme el chocho múltiple, o a la mejor, no me lo da porque es mi amigo; una vez le pedí un chocho para adelgazar, y me lo recetó, cuando le pregunte que cómo me lo debía tomar, me contestó que no era para tomarse, que me lo llevara rodando y con ello adelgazaría.

Estando mi tío Tolito en un pueblo del sur del estado, tuvo que consultar al médico del pueblo, quien le indicó que para su enfermedad había tres soluciones: las inyecciones tipodérmicas, los bañitos termiales y el abandono; el tío se acogió a lo último, viviendo muchos años hasta el día que fue señalado desde su nacimiento, ni un segundo antes.

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