martes, 10 de agosto de 2010

ENTRADA A CLASES 1 DE 2

La totalidad de miembros de la humanidad doliente ahora estamos realmente preocupados con algo real, tangible y esto es la entrada a clases de los vástagos. Quienes somos felices poseedores de dos o tres pimpollos, nos enfrentamos al gasto irracional que significan las entradas escolares; nunca como en esta época, los que somos beneficiados por ella, amamos la Universidad pública, en la que con pocos pesos se soluciona inscripción y cuotas, pero aparte de eso, todo es llanto y crujir de dientes.

Mi nieto acaba de ingresar a un kinder, y veo el rostro de mi hija denodado por los precios del mismo: exigen para empezar $12,000 de inscripción; $3,000 de seguro médico; $3,000 por ingresos tecnológicos; $2,000 de aportación voluntaria; y $ 2,000 de aportaciones obligatoria ; y para completar tendrán que cubrir $5,000 mensualmente; y la única gracia es que enseñarán computación e inglés, ¡ay, como extraño a los candidatos que prometieron clases de inglés, aunque sea para convertirse en jardineros.

Pero no paran ahí las desgracias familiares, al enano, que cuenta con dos años de edad, le fueron exigidos materiales que juntos pesan tres veces más que él, de tal manera que tuvimos que contratar a un cerillo del supermercado cercano a su domicilio para que le cargue libros y útiles.

Desconozco cómo le van a enseñar a pintar en inglés, pero lo cierto es que con la cantidad de colores, brochas y pinturas que le exigieron, Miguel Ángel hubiera pintado no sólo la Capilla Sixtina sino todo el Vaticano, y le hubiera sobrado material para pintar el museo de Chapultepec.

Se le pidieron además como libros de cabecera “El asesinato como una de las bellas artes” de Tomas de Quincey, y “El arte de falsificar el arte”. Para desarrollar el sentido crítico del niño, se le pidió el “Tractatus Logico-Philosophicus”, la versión griega de la “Ética Eudemia”, y desde luego los “Diálogos” de Platón en inglés.

Para ciencias biológicas, tuvo que llevar dos chimpancés vivos y un gorila de Borneo que no pudimos encontrar, porque estaba agotado en todas las librerías.

En cuanto a matemáticas, le pidieron nada más la teoría de la relatividad de Einstein y los problemas teórico prácticos del desarrollo del concepto cero en la estratosfera. En lenguas extranjeras, le enseñarán castellano, le pidieron el libro de Garibay del mundo nahuatl, y deberá suscribirse a la revista “No estamos solos” de Jaime Mausan. En ciencias sociales, “El capital” de Marx, “Conversaciones con Bacunin”, y “Hacia una universidad abierta” por el Mosh Echeverría .

En física y química le enseñarán la teoría liberadora de energía en probetas cerradas, y el holismo estoico y su relación con la teoría de la indeterminación en el contexto de los seres medio vivos.

En literatura le pidieron “La náusea” de Sartre, “Naná” de Zolá, y “Don Q” de López Portillo y cuatro libros de Inglés.

El costo de los libros ascendió a 42,200 pesos, y a eso se agregaron una lap top MAC con módem, una agenda electrónica armada con retospierre de doble vertedera y girules análogos con e-mail interalámbico, un equipo de plumas Mont Blanc, seis uniformes de Givenchy y uno de gala de Donna Karan.

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