martes, 3 de agosto de 2010

VIAJE A ESPAÑA 5 DE 9

Salimos rumbo a Andalucía y en el camino paramos en una pequeñísima fonda en Ciudad Real, donde nos prepararon una comida castellana en un sitio repleto de españoles y turistas en que prácticamente no se podía respirar. La compañera de los chiles insistió en que le hicieran una salsita tostando los chiles de árbol, lo que provocó un efecto igual al olor de la bomba conocida como la bomba mostaza, con lo cual salimos huyendo de esa quemazón nosotros y los parroquianos que ahí estaban. Los agentes de la policía pensaron se trataba de un atentado terrorista con armas biológicas. La dueña del negocio se debate entre la vida y la muerte en cuidados intensivos del sanatorio de la Mancha.

Para estas alturas del partido ya todos los viajantes andábamos hablando como Hugo Sánchez, todos, menos un maestro de gramática que, espantado por como hablábamos confundiendo zetas por eses y por ces, quería huir. Aquello era un batidillo de mal hablar, pues con ello el maestro prefirió abandonar el grupo y creo que todavía viene nadando. A los cuatro días ya todos estábamos sacando nuestros blasones españoles, todos teníamos ya uno o dos abuelos españoles, y como yo no tengo ninguno, adopté el de una vecina que tenía un abuelo de esa nacionalidad; ahora que, puede ser que tuvieran parientes peninsulares pero la cara la tenían de nacionales.

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