miércoles, 4 de agosto de 2010

VIAJE A ESPAÑA 6 DE 9

Hubo una discusión muy fuerte ya que el guía (que después de cinco días parecía varios años mayor que cuando lo conocimos), propuso ir a Consuegra, lo que causó una fuerte oposición de los viajantes libres, los que llevaban suegra no opinaron, pero al fin coincidimos en ir a Valdepeñas a una casa embotelladora de vinos. Éstos, como estaban en muy buen precio, provocaron que el personal ingiriera tinto en cantidades superiores a las recomendadas por la Organización Mundial de la Salud; cierto es que la forma de beber el tintorro no fue tan ortodoxa como lo mandan los cánones, algunos lo rebajaron con agua gasificada, otros lo tomaban en Calimotxo (vino tinto y coca), y otros más osados lo tomaron mezclado con tequila. El catador de la casa tenía los ojos como platos, pero ya pedos, un sujeto de Tonaya, que fabricaba raicilla en su tierra, se sintió colega del dueño de la fabrica de vino – que ya estaba muy visto – y a jalones se le abrazó y le declaró su amor de hermano, a lo que el manchego no dejaba de poner cara de azorado ante las efusiones de nuestro compatriota. Después, cómo no, se cantó El rey y gritaron “mueran los gachupines y arriba el Cura Hidalgo”, alguien saco una guitarra y todos cantamos – hasta el dueño de la planta-; cuando estábamos en lo más álgido de “qué te ha dado esa mujer/ que te tiene tan engreído...”, al catador se le ocurrió pedir Cielito lindo, por que dijo que era de su tierra, con lo que un viajero sintió que nos quitaban nuestra canción, lo que casi provocó que llegaran a las manos. Salimos del sitio como pudimos y nos subimos al Pullman, que olía como jaula de leones de circo pobre.

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