martes, 24 de agosto de 2010

OBEDIENCIA MARIDAL 1 DE 2

El joven Vivanccini, que casi todo lo sabe, estableció sin lugar a dudas que a Santo Tomás le faltó una prueba para acreditar la existencia de Dios y ésta es la llamada “connubi confirmatio”, que consiste en que cada mortal que adquiere cónyuge invariablemente no coincidirá con éste en las opiniones que tengan en la vida; así, si a usted le gusta viajar en avión a ella le gustará hacerlo en tren, si su media naranja gusta viajar de día a usted le gustará hacerlo de noche, si a usted le gusta viajar sin escalas a su mujer le encantará hacerlo parándose en cada población, esto es que Dios nos concede un enemigo a la medida. Como usted lo verá eso nos sucede a todos los que hemos pasado por el tálamo nupcial y a los reciclados les va peor, porque no sé cuál es la causa por la que quienes ingresan al matrimonio por segunda o ulterior ocasión van todavía más domados que los primerizos.

Mi tío Tolito no era la excepción, como buen casado estaba sujeto a la amorosa dictadura de la tía Remedios, cariñosamente llamada la tía Meme, incondicionalmente seguida por sus tres hijas; de este modo el eterno femenino dominaba el mundo de mi tío, en su casa el único sujeto de género masculino era él, así funcionaba la camioneta, la estufa, la lavadora, la televisión, con decirle que Tolito iba a hacer de las aguas sentado.

Las vacaciones no eran una excepción, el Tío Tolito era un tipo taciturno a quien gustaba la soledad, tan apta para las meditaciones filosóficas de las que tanto gozaba – sin importar que el público pensara que Tolito era bilingüe porque sólo hablaba español y pendejadas –, para él sus pensamientos eran verdaderos compendios de sabiduría, así lo consideró cuando pensando en lo posible, llegó a la conclusión de que lo que no se puede, no se puede y además es imposible, sin importar que al resto de la humanidad le haya parecido una imbecilidad.

Por esa causa, si él hubiera escogido un sitio para vacacionar lo habría hecho en algún paraíso natural, lo que además era más acorde a su situación económica, pero eso era para él un sueño, porque el enemigo dispone y eso se hace. A diferencia de Tolito, la tía Meme era una vieja guacalona, culiancha, de voz recia, mirada penetrante y un bigote como de comandante de húsares y junto con sus hijas gustaba de la vida social, costara lo que costara; frecuentemente salían en las revistas de sociales, nada más ahí salían porque de boda nada, ya las tres frisaban en los cuarenta y si algún ingenuo se les acercó alguna vez salieron huyendo por las pretensiones del grupo. La tía decía descender del Rey Sancho “el impotente” y de la Reina Urraca “la esteril”, ambos de los antiguos reinos de Navarra, nobleza que sólo servía para ningunear a Tolito cuya nobleza era proverbial, pero no de alcurnia; para la tía no había mas placer que retratarse y salir en las revistas del corazón – pagando la foto, desde luego- con el Marqués de Bolsavacia o con el rico industrial don Opulón de la Puerta, de la Aldaba y De la llave. Con las pretensiones antes narradas es evidente que los planes de mi tío de ir a las playas de novillero estaban cancelados desde antes de ser propuestos.

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